¿Qué es la depresión infantil?
La depresión y el bajo estado de ánimo no son respuestas exclusivas de la persona adulta, sino que también son manifestaciones que se pueden presentar en los más pequeños.
Ante cambios importantes o situaciones generadoras de estrés (pérdida de un ser querido, problemas familiares, abuso, problemas en el colegio, aislamiento, etc.) los niños pueden responder con los siguientes síntomas:
- Tristeza intensa.
- Pérdida de interés por el juego y actividades lúdicas.
- Verbalizaciones negativas sobre sí mismo o las cosas que le rodean;
- Desobediencia.
- Inquietud motora.
- Energía disminuida.
- Problemas de sueño y alimentación.
- Irritabilidad.
- Aislamiento social.
- Dificultades de concentración.
- En el caso de los adolescentes, muchos síntomas pueden coincidir pero hay algunos más propios de estas edades: Pierden interés en cualquier actividad que a cualquier persona le motiva, piensan de forma más habitual en el suicidio, les falta motivación y entusiasmo propios de la adolescencia.
En tales circunstancias, estaríamos ante un caso probable de depresión infantil. Pero para llegar a este diagnóstico es importante conocer adecuadamente el comportamiento normal del niño y sus respuestas para saber en qué medida estas reacciones se alejan de forma significativa de su funcionamiento habitual, así como conocer los efectos que están apareciendo como consecuencia de la presencia de dichos síntomas.
¿Cómo te ayudamos? Nuestro Tratamiento.
Una vez realizada la evaluación detallada del problema analizamos los factores de origen y mantenimiento del problema (ojo al mundo post Covid) trabajaremos en estas primeras sesiones en desarrollar un vínculo positivo y de confianza con el niño/adolescente condición imprescindible para que el tratamiento sea eficaz y se sienta durante las sesiones con su psicólogo en un entorno seguro de escucha, compresión y validación.
Una vez realizada la evaluación elaboraremos un plan de tratamiento individualizado haciendo plenamente partícipes a los padres o tutores junto con el niño o adolescente teniendo como líneas principales del tratamiento:
- Proporcionar a los padres la información y las destrezas necesarias para que ofrezcan a su hijo las respuestas más adecuadas, como por ejemplo, mostrando interés por lo que piensa y siente y proporcionándole más atención. (Echa un vistazo a este post en nuestro blog sobre las emociones)
- Enseñar al niño/adolescente el conocimiento y las habilidades para expresar y manejar sus emociones.
- Entrenarle en estrategias concretas para hacer frente a los problemas o situaciones de estrés.
- Dotarle de habilidades para elaborar pensamientos más adaptativos sobre sí mismo y sus circunstancias.
Los síntomas a los que hemos hecho referencia también pueden presentarse en un cuadro por duelo ante la pérdida de un ser querido. En tal caso, la terapia cumplirá el objetivo claro de proporcionar al niño y sus progenitores el contexto adecuado para la expresión de emociones y sentimientos vinculados a dicha pérdida, y así poder integrar lo ocurrido en la vida de las personas afectadas.