El estrés es un proceso que se pone en marcha cuando percibimos o creemos que no tenemos suficientes recursos para afrontar las situaciones o problemas que se nos presentan. Muchos de estos problemas suelen estar relacionados con eventos cotidianos que tenemos que afrontar diariamente; elementos diarios que requieren nuestra atención, nuestro esfuerzo y nuestro tiempo. En muchas ocasiones, nos planteamos que es justamente la falta de tiempo la que nos ocasiona estas situaciones de estrés, el cual suele ir acompañado de emociones como la ira, la ansiedad o la frustración.
Normalmente, ante la falta de tiempo que tenemos para sobrellevar todo lo que se nos presenta en el día, nuestros esfuerzos se dirigen hacia la eficiencia: poder hacer más cosas y mejor en menos tiempo. A veces, disponer de más tiempo sí nos hace resolver asuntos que nos tenían preocupados, pero casi siempre a costa de otras actividades. Cuando tenemos que dedicar tiempo extra a algún problema, solemos extraer el tiempo quitándoselo a actividades placenteras o de ocio; pocas veces dejamos de realizar otras obligaciones para resolver el asunto urgente. Si decidimos dejar de realizar otras obligaciones para dedicar más tiempo a ese problema urgente, al final, lo que obtenemos suele ser preocupación por tener pendientes más cosas que realizar, y quizás frustración, por la falta de objetivos cumplidos.
Para evitar estas situaciones podemos plantearnos una mejor gestión del tiempo. La vía para gestionar nuestro tiempo y disminuir estrés, emociones negativas y malestar pasa por conocer qué es lo importante para cada uno, descubrir cuáles son nuestras metas y objetivos. Pequeños problemas cotidianos y cosas que resolver siempre vamos a tener, es parte de la vida, pero debemos aprender a priorizar. Y la mejor manera de priorizar es sabiendo qué es lo importante para cada uno, nuestros valores, nuestros objetivos a largo plazo.
Para algunas personas puede ser progresar en el trabajo, para otras pasar tiempo con la familia o los amigos, tener una buena calidad de vida, la salud… Es trabajo de cada persona averiguar sus propias metas y objetivos a largo plazo. Una vez identificados nuestros valores, podemos discernir que asuntos del día a día nos ayudan a conseguir nuestros objetivos, y qué asuntos pueden ser superfluos.
La buena gestión del tiempo pasa por clasificar todas las actividades que realizamos en el día en base a dos principios: urgencia e importancia. Las cosas urgentes son aquellas que nos apremian a hacerlas cuanto antes, que tienen un plazo de tiempo, que nos aceleran y nos ponen en marcha, como la entrega de algún proyecto en el trabajo, o el pago de un recibo que vence dentro de poco. Por otro lado, las cosas importantes, son de las que ya hemos hablado, aquellas tareas que realizamos que nos ayudan a conseguir lo que deseamos. Si somos una persona en la que uno de nuestros objetivos en la vida es progresar en nuestro trabajo, algo importante son todas aquellas cosas que tenemos que hacer para llevar nuestro trabajo al día. Si somos una persona para la cual es importante la familia, elementos importantes a realizar pueden ser pasar más tiempo con nuestros padres, nuestros hermanos, pareja, hijos.
Siguiendo estos dos principios, el de importancia y el de urgencia, obtenemos cuatro categorías, donde podemos clasificar todas las actividades y asuntos por hacer que nos encontramos en nuestro día a día:
– Tareas importantes y urgentes: en esta categoría entran todas aquellas tareas que son esenciales para nuestros valores y objetivos (como, por ejemplo, nuestra carrera académica), y que además, tienen un plazo de tiempo, como por ejemplo, entregar el trabajo de la universidad antes del examen.
– Tareas importantes y no urgentes: aquellas que nos ayudan a conseguir lo verdaderamente importante para nosotros, y que no tienen un plazo cerrado de tiempo. Si es importante para nosotros la amistad, aquí estaría pasar todas las semanas tiempo con nuestros amigos.
– Tareas urgentes no importantes: aquí se engloban todas aquellas tareas que debemos realizar, con un plazo, pero que no nos ayudan de forma directa a perseguir nuestras metas. Por ejemplo, devolver un libro a la biblioteca.
– Tareas no urgentes y no importantes: en esta categoría se encuentran todas esas tareas que nos quitan tiempo y esfuerzo, pero que cuando las evaluamos con detenimiento, ni son urgentes ni nos ayudan a conseguir nuestros objetivos, pero que a menudo nos suelen preocupar, y a veces, nos producen estrés. Un ejemplo de este tipo de tareas puede ser una reunión de vecinos.
Las tareas y problemas podemos gestionarlos siguiendo esta clasificación, tal y en el orden en el que está escrito. En determinadas situaciones podemos encontrarnos más cargados de trabajo o asuntos sociales, es perfectamente normal; cuando esto suceda, para amortiguar el estrés y tener una mejor gestión del tiempo, debemos priorizar y, si es necesario, eliminar de nuestra agenta las tareas y problemas de la última categoría, las cosas no importantes y no urgentes, que no tienen plazo de tiempo ni son importantes en relación a nuestros valores.
El objetivo no es intentar hacer todo más rápido, es ver qué es lo verdaderamente importante y gestionar el tiempo y el esfuerzo para estas cosas. Lo superfluo, aquellas cosas que a veces no nos aportan nada, son las que debemos suprimir, en beneficio de las importantes. Una buena gestión del tiempo ayuda a conseguir los propios valores y metas vitales, no perderse en el día a día y en la rutina, olvidando lo importante.
Por último, no debemos subestimar la importancia de poder pedir ayuda cuando lo necesitemos, saber aceptar que existen las interrupciones y los problemas imprevistos, que no siempre podemos terminar ni resolver todo, premiarnos y reforzarnos cuando realicemos las actividades y, esa gran desconocida para algunos, que puede ser aprender y permitirse delegar.
Ángeles Serrano Sevillano. Psicóloga.Actúa Gabinete de Psicologia