La adversidad nos ayuda a movilizarnos, muchas veces nos dejamos llevar por la inercia y actuamos en modo automático, ya que aunque no nos encontremos del todo cómodos en nuestra “adversidad habitual” es lo que conocemos, donde nos hemos movido siempre y cualquier cambio hacia una “adversidad distinta” nos provoca miedo.
El dolor llega para que nos encarguemos de aquello que nos desgasta. Si asumimos y afrontamos el dolor, dejamos paso a lo nuevo. Entregarse en el tránsito que implica el sufrimiento y no eludirlo hace que aquello que parece un obstáculo y una gran devastación se convierta en una oportunidad.
El sufrimiento emocional nos indica que quizá estamos aguantando algo que deberíamos soltar. Es el final de un proceso y el inicio del otro. Y en ese tránsito sufrimos. Si nos resistimos a atravesarlo la angustia se incrementa, pues no soltamos lo que ya no nos aporta, ni damos espacio a lo que quiere nacer. Uno puede enquistarse en ese dolor, alargando el padecimiento y haciéndolo agónico.
Te proponemos que anotes estas 8 frases en un lugar visible, para que las tengas siempre en cuenta, recordándolas especialmente en aquellos momentos en los que parece que todo se tiñe de negro.
- El dolor es parte de crecer:
A veces no nos movemos sin que las circunstancias nos obliguen a ello. En tiempos difíciles recuérdate a ti mismo que el dolor no viene sin un propósito. Cada logro requiere de una lucha digna para llegar ahí. Las cosas buenas toman tiempo. Sé paciente y positivo. Todo tiene solución, quizás no de manera inmediata, pero con el paso del tiempo así será.
- Todo en la vida es temporal:
Cada vez que llueve, deja de llover. Cada vez que sales herido, te sanas. Después de la oscuridad siempre sale el sol. Recuerda eso cada mañana, nada dura para siempre.
Si las cosas están bien ahora, disfrútalo, no durará para siempre. Si las cosas van mal, no te preocupes, porque tampoco durará para siempre. Sólo porque la vida se pone algo complicada, no significa que no puedas sonreír. Sólo porque algo te está molestando, no implica que no puedas alegrarte. Cada momento es un nuevo comienzo y un nuevo fin. Cada segundo te regala una segunda oportunidad. Sólo tienes que aprovecharla y dar lo mejor de ti.
- Preocuparse y quejarse no cambia nada:
Aquellos que más se quejan, son los que menos logran. Siempre es preferible intentar hacer algo grande y fallar, que no intentarlo. No todo está perdido si fallas; está perdido si no haces nada más que quejarte al respecto. Si crees en algo, sigue intentándolo. No dejes que las sombras del pasado oscurezcan las puertas del futuro. Pasar el día quejándose acerca del pasado no hará más brillante el mañana. Deja que lo que has aprendido mejore tu vida. Haz un cambio y no mires atrás.
- Tus cicatrices son parte de tu fuerza:
Nunca te avergüences de las cicatrices que la vida te ha dejado. Una cicatriz significa que el dolor ha pasado y la herida está cerrada. Significa que has doblegado el dolor, aprendido una lección. Has crecido fuerte y has seguido adelante. Una cicatriz es el tatuaje del triunfo del que debes enorgullecerte. No permitas que las cicatrices te hagan vivir con miedo. No puedes hacerlas desaparecer, pero puedes cambiar la forma en que las ves. Puedes empezar a ver tus cicatrices como una señal de fuerza y no de dolor.
- Cada pequeña lucha es un paso adelante:
En la vida, la paciencia no es esperar. Es la habilidad de mantener una buena actitud mientras trabajas duro para alcanzar tus sueños. Esto significa perder estabilidad y comodidad por un tiempo. Puede significar no comer o dormir como estás acostumbrado el tiempo que sea necesario. Puede significar las burlas de otros, o tiempos de soledad. Sin embargo la soledad, es un regalo que hace que las grandes cosas sean posibles. Te otorga el espacio que necesitas. Todo lo demás es una prueba a tu determinación.